20 de marzo de 2010

Huella de Carbono, un desafío para la industria de nuestro país


La huella de carbono puede ser entendida como el total de las emisiones de gases de invernadero ya sea directamente e indirectamente por individuos, organizaciones, procesos o productos (UK Carbon Trust 2008). El concepto y el nombre de la huella de carbono nacen como un subconjunto del concepto de huella ecológica (Rees, W.E. 2006. "Ecological Footprints and Bio-Capacity: Essential Elements in Sustainability Assessment." Chapter 9 in Jo Dewulf and Herman Van Langenhove (eds) Renewables-Based Technology: Sustainability Assessment, pp. 143-158. Chichester, UK: John Wiley and Sons.). Esta relaciona la demanda de un individuo, nación o producto con la capacidad de regeneración que la propia tierra posee, por tanto productos o procesos con una elevada huella de carbono aumentarían tal tasa en relación con la capacidad de la tierra de remediarse.

Éste índice, una vez que ha sido calculado, permite la realización de comparaciones y ranking en los cuales productos que inicialmente iguales y poco diferenciados pueden ser nuevamente clasificados, diferenciándose en el nivel de emisiones generado en su proceso de fabricación o producción. Una vez que el tamaño de una huella de carbono es determinado, se procede a la aplicación de estrategias que favorezcan su disminución con el objeto de mitigar tales emisiones ya sea por medio de innovar en procesos de elaboración (materias primas), consumos energéticos o de generación de esta por medio de desarrollos de proyectos alternativos, lo cual se denomina en muchas empresas Europeas, gestión de huella de carbono.

Esto a su vez implica relacionar estos conceptos con la aplicabilidad de análisis de ciclos de vida. Este no es lo que se entiende por ciclo de vida de un producto, sino una evaluación ecológica desde la cuna a la tumba; significando una investigación en extenso sobre valoración de los impactos ambientales de un determinado producto o servicio necesario o causado por su existencia, desde la preocupación de utilización de las materias primas que lo compondrán, hasta que sucederá con tal producto o servicio una vez que sea descartado Este nivel de emisiones, asociado a su elaboración, podría afectar la demanda de acuerdo al peso, percepción y grado de importancia que los consumidores posean sobre este nuevo tipo de carácter.

Chile debe incorporar necesariamente este factor, que nuevamente AUN NO ES TEMA, ni siquiera estando debidamente presente en los marcos programáticos de los próximos candidatos. Esta cualidad nos afecta directamente en la medida que por ser exportadores principalmente de productos commodities, término anglosajón que se aplica a todo producto vendido a granel, indiferenciados y que a menudo se transa en mercados financieros, como lo han sido nuestros productos derivados tanto de la minería metálica y no metálica, la sal, el café, el petróleo, productos del agro, salmonicultura, por nombrar algunos; empiezan por primera a diferenciarse de productos de la competencia en aquellos en mercados que precisamente deseamos conquistar.

Esta semana, he compartido con dos grandes investigadores de la Universidad de Edimburgo, los cuales por razones del azar tuvieron la oportunidad de acompañarme a un supermercado quedando asombrados por los bajos precios de nuestros productos en comparación con lo que ellos encuentran en el Reino Unido. Sin embargo, al terminar su asombro y expresar que consideraban que en Chile poseíamos un alto nivel de “Calidad de Vida” (parámetros de evaluación que ellos poseen en relación al costo de vida), han declarado que a pesar de los precios observados, ellos no estarían dispuestos a comprar productos chilenos en el viejo continente, principalmente por ser estos “intensivos en carbono” en comparación con la oferta de productos similares provenientes de sus industrias locales, independizando su decisión de la variable precio.

Les he pedido que profundicen sus declaraciones para tratar de comprender qué estaría pasando en tales mercados. Me han hecho ver, que la comunidad en Reino Unido ha ido tomando la tendencia de seleccionar productos con una baja huella de carbono, lo que ha incentivado la industria local en desmedro de productos sudamericanos, africanos y australianos, que por una u otra razón presentan una huella mayor. Me han contado, que esta tendencia es cada vez más creciente de parte de los consumidores, los cuales sin ser ambientalistas o contar con conocimientos profundos en temas de sustentabilidad y cambio climático, la conciencia ambiental ha llevado a no consumir tales productos, diferenciándolos en intensivos o no, en emisiones.

Esto nos pone seriamente en alerta en relación a la sustentabilidad de nuestras exportaciones afectando directamente nuestra competitividad. Lo anterior debido a que precisamente por temas de distancias, nuestras exportaciones sólo podrán disminuir marginalmente su huella debido a los sistemas de transportes asociados. Esto nos lleva al desafío a identificar cómo, donde y que estrategias debemos implementar para disminuir la huella en casa, en los campos, en la industria que hoy en día utiliza CARBON o PETROLEO como fuente de energía. No obliga a pensar cómo competir con industrias locales en los países de destino, donde ya no hay aranceles a nuestras exportaciones, pero donde el comportamiento del consumidor es y será un tema en crecimiento, debido a que el cómo producimos será castigado Nos plantea el desafío de formar profesionales capaces de identificar y determinar tal huella, como a su vez innovar curricularmente donde estos temas sean incorporados.

Lamentablemente puede que ya sea tarde, la demanda ha empezado a privilegiar a industrias locales por sobre productos provenientes de países lejanos que cuentan con el problema asociado a viajes de exportación. Quien piense que tal comportamiento puede ser recíproco, creo no lo será, porque aun en nuestra cultura no se incorpora tal selección negativa a los productos extranjeros, que en países desarrollados ya ha comenzado. Si no incorporamos hoy tales conceptos desde la “cuna hasta la tumba”, nada sacaremos con estimar un IMACEC o un IPC, ya que no lograremos ingresar lo que producimos a los mercados que hoy hemos cultivado como nuestros demandantes, desencadenando prontamente una nueva crisis económica.

En relación con un Chile Sustentable y desarrollado, preguntas muchas: ¿Estamos siendo competitivos? ¿Cual debiera ser la política pública en relación a temas de competitividad?

Fuente: Carbo Ambiente

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