Imagen: The Carbon Trust UK
Medir y mitigar las emisiones de gases efecto invernadero ya se convirtió en una necesidad comercial. En el sector se avanza rápido. Fundación Chile, Arauco, Viñedos Emiliana, cuentan cómo lo están haciendo y cuáles son los desafíos para Chile.
Loreto Gatica C.
Puede que la cantidad de gases de efecto invernadero (GEI) que Chile desprende a la atmósfera resulte poco relevante en relación a las del resto del mundo, pero no quiere decir que el país no contamine. Por el contrario, de acuerdo al estudio "La economía del cambio climático en Chile", publicado en noviembre de 2009 por la Universidad Católica, las Naciones Unidas y Cepal entre otros, las emisiones del país han aumentado 166% en los últimos 14 de años. Se pasó de 36 millones de toneladas de CO2 en 1984 a 95 millones de toneladas en 2008; a pequeña escala, de 3 toneladas por persona en 1984 a 5,7 toneladas en 2008.
Razón suficiente para que las exportaciones chilenas puedan estar en la mira de consumidores de EE.UU., Japón o la Unión Europea, que ya castigan a través de la (no) compra a los productos que no tienen o no han bajado su huella de carbono, es decir cuántas emisiones de GEI se liberaron al ambiente al cultivar, procesar y exportar ese producto. Y en esta materia la distancia de Chile de los mercados de destino le suma puntos en contra, y pueden seguir subiendo ante las proyecciones que auguran la carbonización de la matriz energética, con su consiguiente aumento de las emisiones de CO2 del país.
Así, si bien las razones ambientales ya impulsan a invertir, medir, certificar y disminuir las emisiones, hacerlo es hoy además una cuestión económica: la única manera de no perder mercados y competitividad frente a países como Nueva Zelandia y Australia que ya están invirtiendo.
La buena noticia es que si bien la agricultura es responsable del 14% de las emisiones, al menos el 80% de ellas se pueden disminuir. Y diversas empresas ya están enfocadas a medir y mitigar sus emisiones. A continuación los ejecutivos y proyectos que llevan la delantera en la disminución de GEI.
Si bien la agricultura es responsable del 14% de las emiciones de gases de efecto invernadero, cerca del 80% se puede disminuir.
5,7 ton de CO2 produce cada chileno
Charles Kimber, Gerente de Asuntos Corporativos y Comerciales de Arauco.
El plus de la industria maderera en relación con la huella de carbono es la captura de los GEI de plantaciones de rápido crecimiento, como pino y eucaliptos. "Fuimos a Inglaterra en 2007 y nos dimos cuenta que el gran tema eran las emisiones de CO2. La buena noticia fue que las plantaciones de pino y eucaliptos son grandes secuestradoras de carbono. Teníamos emisiones por nuestra actividad industrial, pero además captura", explica Charles Kimber, Gerente de Asuntos Corporativos y Comerciales de Arauco, y el encargado del tema en Arauco.
El siguiente paso fue medir cuánto se capturaba y cuánto se emitía. En cuanto a la captura, el resultado fue que el stock de las plantaciones -la captura de sus bosques durante su periodo de vida- fue de 250 millones de toneladas, tres veces los 80 millones de toneladas de emisiones de C02 que se estima produce Chile al año. El cálculo de cuántas emisiones lanza la industria todavía no se puede cuantificar. Se tiene una aproximación de las emisiones completas de la industria en Argentina, Brasil y Chile, lo que ha permitido a Arauco comenzar un plan de reducción a través de proyectos carbono neutro, como la cogeneración de energía.
"Cogeneramos energía de vapor a través de nueve plantas de biomasa, lo que permite que 95% de nuestra energía sea verde. Cogeneramos aproximadamente 570 megas, de los cuales 180 megas se entregan al sistema interconectado central. Además, emitimos certificados de emisión de reducción de contaminación, bonos de carbono de acuerdo con el protocolo de Kioto", señala Charles Kimber.
Pero, además, si Chile quiere apuntar a ser una economía de bajas emisiones de carbono debería construir más en madera.
"El bosque, no sólo secuestra carbono, el producir esa madera genera bastante menos emisiones que el cemento por ejemplo. ", explica Kimber.
Y ya se está trabajando en la medición de la huella del agua, medida que busca conocer cuánta agua se utiliza en un proceso productivo y tema que ya suena en los mercados.
María de la Luz Tirado, Directora de Innovación y Estándares verdes Viñedos Emiliana
Como orgánica y biodinámica, para Viñedos Emiliana certificar su huella de carbono fue un paso natural. "La medición de la huella de carbono fue el requisito para ser coherentes con los valores, el perfil comercial que tiene la viña. Había que ser ambicioso y hacerlo bien. No basta con medir la huella hay que certificarla para que el trabajo hecho tenga valor comercial", explica María de la Luz Tirado, ingeniéra agrónoma de la Universidad Católica que ya antes estuvo a cargo de proyectos verdes en Fundación Chile.
Por lo que no sólo han certificado los vinos, aunque no son todos, sino también campos completos, al estilo de lo que se hace en California, EE.UU. Para ellos, las ventajas de medir la huella son claras: mejora de gestión y aumenta la eficiencia energética.
"Nuestras líneas G, Coyam y Winemaker y el fundo Los Robles en Nancagua están certificados Carbono Neutral 2008 y estamos en proceso para el año 2009. De acuerdo con este trabajo afinamos la eficiencia energética con energías renovables como solar. Hoy estamos evaluando otras alternativas como la biomasa y geotermia para la bodega"
El siguiente paso es desarrollar un proyecto que mida la fijación de carbono al suelo, porque, como se ha demostrado en el extranjero, cuando se trabaja de forma orgánica la captación de CO2 por el suelo es mayor.
El proyecto más ambicioso y que aún está en carpeta para la viña, es el de biomasa para el que ya están trabajando con Chilectra, de manera de tener claro cómo pueda aplicarse.
"Es una gran inversión, pero el norte es precisamente poder trabajar con biomasa", señala María Luz Tirado.
"Los protocolos dan una guía de los aspectos que se deben considerar para sacar la huella. Lo que más influye es la cantidad de electricidad y combustible usados, pero en la mayoría de los campos falta gestión, no hay claridad en los datos y eso alarga el proceso", explica Carolina Tapia.
Revista del Campo del El Mercurio
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